Una costumbre, bastante arraigada, que tenemos los seres humanos es regalar flores a las personas que se encuentran enfermas y la razón es que lo hacemos esperando que se alegren, se sientan más tranquilas y que tengan una mejor actitud ante el proceso de recuperación. Pareciera que no hay ciencia detrás de esto y que hemos llegado a esta conclusión de manera intuitiva; sin embargo, las flores han sido el objeto de estudio de prestigiosas universidades.
La universidad de Wageningen, en Holanda, descubrió que las flores ejercen una influencia determinante sobre el estado de ánimo y el comportamiento de los seres humanos.
«El principio de la terapia floral es que se captura la energía natural y nosotros, los seres humanos, al ser parte de la naturaleza nos equilibramos en ella», señala Lorena Barba, experta en el tema y propietaria de la empresa Shanti que comercia las esencias y remedios compuestos con Flores de Bach en El Salvador.
Lorena Barba
Pero los estudios de las flores se iniciaron mucho antes. A principios del siglo XX el investigador, médico y homeópata, Edward Bach, se sumergió en una investigación profunda del comportamiento de las personas ante un grupo de flores y descubrió que algunas generan una influencia positiva en el ser humano.
Es así, que cuando una persona «está ante la presencia de un ramo de flores suele sentirse mejor, menos tensa y más a gusto». A conclusiones similares llegó la universidad estatal de New Jersey, en otra investigación.
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